En las cocinas de todas las casas y apartamentos donde he vivido los últimos veinticinco años, había muebles empotrados debajo y encima de la mesada. Por alguna extraña razón siempre tuve la sensación de que debía contar con suficiente espacio para "esconderlo todo", desde los alimentos propiamente dichos hasta las cacerolas y enseres que usamos para cocinar, e incluso los condimentos con que los aderezamos. Una cocina ordenada -según mi concepto minimalista de entonces- debía verse lo más aséptica posible, como si ninguna actividad se desarrollara en ella. El único detalle que me permitía tener a la vista era el escurridor de platos (y eso porque mi pereza para secarlos se sobreponía indefectiblemente a mi criterio estético!)
Sin embargo, algunos de los recuerdos más entrañables de mi infancia están asociados a las vacaciones que pasábamos en la casa de unos tíos en el campo. Allí, gran parte de la vida cotidiana se desarrollaba en la cocina: una modesta construcción de barro con techo de paja y puertas de esas cortadas por la mitad (se dejaba abierta la parte superior para permitir la entrada de luz y aire, pero se cerraba la de abajo para que no pasaran los perros y gallinas), presidida por la clásica cocina a leña que servía a la vez para cocinar y para calefaccionar, y cuyo aliento cálido había ido dejando a lo largo de los años una suave pátina de hollín en la pared. Los muebles eran sencillos -una mesa de madera dura cubierta por un grueso mantel de hule con bancos largos a los lados, y una pequeña alacena donde se guardaban algunos alimentos no perecederos-; por lo demás todo estaba a la vista, pulcramente acomodado en estantes o colgando de ganchos: platos, vasos, tazas, cucharones, ollas de varios tamaños, moldes de queso, especias, huevos, frutas, botellas y frascos con salsas caseras, dulces y conservas... No, probablemente aquella cocina no hubiese sido digna de fotografiar para ninguna revista de decoración; sin embargo, a pesar de su rusticidad y sus aparentes imperfecciones, habitaba en toda ella un espíritu tan amable y acogedor que resumía la quintaesencia del "calor de hogar"...
Por eso más de tres décadas después, cuando mi propio sendero espiritual me lleva a apartarme de la mera apariencia para buscar lo esencial y auténtico que brota desde el interior -de las personas, y también de los lugares-, no es extraño que poco a poco fuese cambiando mi gusto por las líneas despojadas de diseño moderno, para decantarme por la simplicidad alegre y descontracturada de las cocinas rurales, donde los utensilios cotidianos, además de su función práctica, se constituyen en elementos decorativos por sí mismos. Las imágenes que compartía en mi post anterior son un buen ejemplo de lo que hablo; y si miramos con atención, uno de los puntos fuertes de este estilo (que algunos llaman French Country Cottage, aunque en puridad tiene mucho en común con las cocinas de campaña de toda la vieja Europa) es precisamente dejar todo a la vista, sustituyendo los tradicionales gabinetes aéreos por estantes de madera, más o menos ornamentados según el gusto y el presupuesto.
Así que decidí empezar por ahí: como la cocina de mi casa actual no cuenta con muebles sobre la mesada, me daba la oportunidad perfecta para experimentar. Lo que tenía en mente al comienzo era algo más o menos así:
Fuente |
Ahora, la realidad: donde vivo es impensable conseguir esta clase de soportes ya hechos (he descubierto con desconsuelo que esta región de Brasil parece ser la capital del plástico, la melamina y demás materiales sintéticos; de madera MADERA, ¡nada!); y aunque podría encargarlos por Internet, entre giros, envíos y demás me costarían algunos cientos de dólares con los que por supuesto no cuento. ¿Alternativas? Las de siempre: echar mano de lo que encuentro por ahí y ver qué sale...
Lo que encontré en primera instancia fueron estos recortes de tablas de obra que los albañiles dejaron hace meses después de hacer la vereda del fondo. Estaban bastante maltratadas y con restos de cemento pegados, pero eran gruesas y fuertes así que decidí que podían servir a mi propósito.
Lo siguiente fue dibujar en papel un diseño lo más sencillo posible del estilo de soporte que deseaba construir, a fin de usarlo como molde para marcar sobre la madera.
Entonces vino la parte interesante: hacerme amiga de la sierra caladora, ese instrumento de aspecto bastante intimidante que vive en un rincón de mi garage desde hace mucho, pero con la que jamás pasamos de intercambiar furtivas miradas de desconfianza...
A decir verdad, la indeseable sencilla tarea de cortar me llevó unas cuantas horas, ya que la madera era dura y yo totalmente inexperta en el manejo de la herramienta; pero finalmente pude obtener cuatro soportes decentemente parecidos...
Nada mal para un primer intento, ¿verdad?
Antes de proceder a pintarlos, lijé a conciencia; luego decidí disimularles un poco las imperfecciones con una buena capa de enduido plástico, que rellenó y ocultó eficientemente marcas de clavos, ranuras, nudos y errores de la sierra -NO MÍOS,que quede claro!-. Ya sé, podría haberles dejado así bien rústicos para que se notara de dónde habían salido, pero todavía no me saco de encima la manía del "maquillaje"...
Después de otra buena lijada, quedaron listos para la etapa de pintura. Para los estantes, utilicé tablas de machimbre que encolé y clavé entre sí hasta lograr el ancho deseado (de paso obtuve un borde exterior bastante parecido a una moldura!) Dos manos de esmalte sintético blanco en todas las piezas, paciencia para esperar a que secaran, taladro para perforar las baldosas cerámicas, tacos fisher y destornillador -la caja de herramientas ya me ve venir y tiembla!-, completaron el resto de la historia...
Debo admitir que además de recrearme la vista y el espíritu, la nueva disposición de mi cocina me obliga a mantener cierto grado de orden (cosa totalmente inusual para una servidora) y gracias a ello, encuentro rápidamente cuanto necesito. Como pueden ver, al estante más largo le inserté a último momento una varilla de hierro
-también rescatada de la obra- y ganchitos de alambre para colgar el
juego de menage; y puesta a jugar, añadí algunas otras cosillas que encontré guardadas por ahí
(como la chaira de afilar los cuchillos, el viejo sartén de hierro que tiene no sé cuántos campamentos encima, o el molde para hornear magdalenas que hasta ahora nunca usé, pero se ve tan bonito en su gancho que hasta me invita a estrenarlo...)
En realidad creo que las imágenes no le hacen estricta justicia al enorme cambio que representó en todo el ambiente esta simple adición; pero para una foto más abarcativa que permita apreciar el ANTES y DESPUÉS tendrán que esperar hasta el final del mes, cuando mi nueva cocina haga su "presentación oficial en sociedad"... porque todavía estoy trabajando en una serie de detallitos decorativos que quiero agregarle y que iré mostrando en sucesivos posts (aquí va una sonrisa conspirativa).
¡Hasta muy prontito!
PD: Participando en...
PD: Participando en...
"Make It Pretty Monday" de The Dedicated House
"A return to loveliness" de A Delightsome Life
"The Scoop" de Confessions Of A Plate Addict
"The Scoop" de Confessions Of A Plate Addict
"Knick of Time Tuesday" de Knick of Time
"Blissful Whites Wednesday" de Timewashed
"Share Your Cup Thursday" de Have a Daily Cup of Mrs. Olson "Home Sweet Home" de The Charm of Home
"Shabbilicious Friday" de Shabby Art Boutique
"Be Inspired Friday" de Common Ground
"Feathered Nest Friday" de French Country Cottage
"Frugal Friday" de The Shabby Nest
"Show and tell Friday" de My Romantic Home
"Simple and Sweet Friday" de Rooted in Thyme
"Bouquet of Talent" de Life on Lakeshore Drive
"Saturday Sparks" de Pieced Pastimes
"Share It One More Time" de One More Time Events
ACTUALIZACIÓN 24/03/2014:
ACTUALIZACIÓN 24/03/2014:
Este trabajo fue destacado en "A return to loveliness" de A Delightsome Life, lo cual agradezco de todo corazón a Kathy, su exquisita anfitriona... Es un gran estímulo para continuar trabajando y compartiendo!
11 comentarios:
Kasandra me encanta¡¡¡ tu cocina se va viendo muy acogedora¡¡¡ estoy deseando verla terminada... besitos
oh my goodness, just as good as any magazine, my dear! I love it! how hard you work, jigsaw!?!?!?! I'm impressed, now I must learn too.! I love it all and I'm happy you are satisfied with your work and progress ! I adore it!
oh my god, I had to see close up of the Jars! lids wrapped with twine, jars wrapped with burlap and lace and hand made labels!! I LOVE IT !!!!
Yes my friend, that was a very frugal recycling project that I posted about several months ago, it´s very simple but effective and the most important, it costed almost nothing! Since then, the jars had been moving around the kitchen with no definitive place to stay... until now :) And I love how they look on their new shelf too!
Wonderful project.
You did a great job!
Love the jars with the pretty labels.
Thank you for sharing.
Elizabeth
Hola Kassandra :
Me encantó el resultado de tu trabajo !! y mucho también tu forma de contarnoslo ,me sentí muy identificada contigo ya que también yo estoy buscando cambiar el aspecto "laboratorio " de mi cocina por algo más acogedor y tu propuesta es bárbara!Besos.
Absolutely charming Kassandra, I am quite impressed - beautiful pattern! You did an amazing job! I will be featuring your post in this week's A Return to Loveliness,
Kathy
I feel deeply honored, Kathy! It´s very encouraging for me that you think my work deserves... Send you a great hug.
K.
Kassandra, I have shelves like this in my basement kitchen and I love them! Great idea to add the hanger across the bottom! Thanks for sharing them with SYC.
hugs,
Jann
Thank you for visiting and for your comment Jann, it´s always enjoyable to join your party and discover so many inspired ideas!
Love,
K.
Esto estuvo genial!
Te admiro por animarte a usar la caladora, a mi no solo me mira de reojo sino que me ladra cada vez que paso cerca..ja!
Me encanto to trabajo......lo quiero en mi cocina!!!
Un beso
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