La buhardilla de Kassandra

Un santuario donde atesoro mis proyectos decorativos... y algunas otras pequeñas maravillas que enriquecen el Alma

Mis amigos los animales

Dedico este espacio a homenajear 
a cada una de las entrañables mascotas 
que me han acompañado en diversas etapas de mi vida 
–a las que están, y a las que ya partieron–, 
como forma de agradecimiento 
por su amor y devoción incondicional.

febrero 24, 2011

Desde muy niña, siempre he sentido un profundo amor por los animales. De hecho, si bien nuestros padres no permitían la presencia de perros o gatos por el potencial riesgo sanitario que representarían para los niños (criterio que, por cierto, no comparto en la crianza de mi hijito), mi hermana y yo siempre andábamos rescatando pájaros lastimados, o nos ingeniábamos para que nos regalaran toda clase de animalitos de granja –pollos, patos, conejos– cuando visitábamos a los parientes en el campo; e incluso llegábamos a encariñarnos con los corderos recién nacidos que solían traer a casa por julio o agosto, aún a sabiendas de que estaban fatalmente destinados a protagonizar la mesa de Navidad... 

Ya adulta, y una vez que dispuse de una amplia casa con jardín, pude hacer realidad por fin mi sueño de contar con la compañía de estos inefables amigos de cuatro patas. El primero fue KAISER, el adorable cachorro que me obsequió una querida amiga cuando su pareja de ovejeros alemanes –Jazmín y Pepe– tuvieron la primera cría, y que llegó a casa con apenas dos meses de edad y el aspecto de un regordete muñeco de peluche... De carácter dominante, receloso y temperamental, necesitó de una buena dosis de firmeza para controlar su agresividad respecto de extraños; sin embargo, con los miembros de la familia se comportaba como el más sumiso y afectuoso guardián, y jugueteaba como un tierno cachorrito, a pesar de que al cumplir un año pesaba ¡casi 70 kilos!

Meses después, cierta tarde que regresaba de unas compras, encontré en el baldío contiguo una caja de cartón con un montón de trapos viejos, en cuyo fondo se movía una bolita de pelo gris y blanco, que de inmediato cautivó mi corazón: así llegó a casa CHUCKY, un gato independiente, rebelde y cascarrabias (se defendía literalmente con uñas y dientes de cualquiera que lo fastidiase demasiado), quien en pocos días se había adueñado de mi almohada, de mi silla... ¡y de Kaiser! Resultaba gracioso verlos jugar durante horas, el audaz minino aferrando con malicia la cola del perro, el cual lo soportaba con estoica paciencia hasta que, en determinado momento, abría su enorme boca y rodeaba completamente la cabeza del gato como si fuera a tragárselo, aunque sin causarle el más mínimo rasguño...

La tercera en incorporarse a mi atípica “familia animal” fue SHEILA, una cachorrita Doberman que encontré lloriqueando junto a un árbol la Nochebuena de 2000 (supuse que habría escapado de alguna casa asustada por la pirotecnia, pero nadie la reclamó); a pesar de la mala fama que injustamente le han hecho a su raza, desde el instante en que la acurruqué contra mi pecho ella asumió que nos pertenecíamos una a la otra: me seguía a todas partes, se echaba a mis pies mientras me veía trabajar, dormía junto a mi cama, y cuando hacía alguna travesura, se quedaba cabizbaja mirándome largamente con sus dulces ojos color canela, como pidiendo disculpas... ¿cómo enojarme ante semejante muestra de humildad?

Transcurrió poco más de un año, y un día recibí el llamado de una amiga que me ofrecía adoptar una gatita negra. “Su madre y hermanos murieron, ella es la única sobreviviente de la camada, y se ve bastante enfermiza”, me advirtió, “pero si estás dispuesta a darle una oportunidad te la llevo”. Tras un viaje de 120 km, tuve el honor de conocer a mi nueva amiguita: tímida, asustadiza, casi en los huesos, con zonas del cuerpo sin pelo (algo parecido a la psoriasis) y una tos persistente que no presagiaba nada bueno. Fueron meses de exámenes, inyecciones y tratamientos diversos –a los que la pobre se sometió dócilmente– antes de que los veterinarios descubrieran el verdadero origen de su mal, un hongo que le infectaba los pulmones haciéndolos ver en las radiografías como los de un gato anciano y canceroso... Ni qué decir que durante todo ese tiempo, la pequeña convaleciente dormía abrigada en mis brazos (para disgusto de Chucky, que de puro resentido ni subía a la cama); y poco a poco, con esfuerzo y mucho amor, fue ganando peso, recuperó gran parte de su pelaje y fue adquiriendo una belleza exótica, sumamente sugestiva, con aquellos ojos verdes siempre atentos y relucientes en medio de su negrura azabache. NAOMI la bauticé –en honor a la supermodelo– y quizá por su misma historia de valor y supervivencia, se transformó prontamente en mucho más que un simple animal de compañía. Por esa época me inicié como terapeuta de Reiki, y ella fue iniciada también, a instancias de mi Maestra; sé que a muchos les costará creerlo, pero esa gata tenía un don especial para sanar a las personas, y más de una vez, cuando me acostaba cansada y deprimida por problemas cotidianos, bastaba que ella se echara sobre mi pecho unos minutos mientras me contemplaba fijamente (con esa mirada tan suya, de párpados entornados) para que todas las angustias y preocupaciones se diluyeran como por arte de magia...

A esa altura, mi sueño de verme rodeada por una pandilla de compañeros animales  se había cumplido plenamente. Pero aún faltaba un integrante para completar el conjunto: una tarde veraniega abandonaron frente a mi casa dos vivarachos cachorritos amarillos, con tan mala fortuna que uno de ellos, al pretender atravesar la calle, fue golpeado por un auto que pasaba. Desde luego, no tuve corazón para ignorar la situación: recogí a los dos, coloqué rápidamente en adopción a la hembrita, y al macho –que era quien había sido atropellado– lo llevé de urgencia a la veterinaria, donde tras una compleja cirugía en la cual le implantaron una prótesis de metal en la pata trasera fracturada, me aseguraron que con los cuidados adecuados crecería perfectamente sano y normal, y ni siquiera se notaría que una vez había estado herido. Así regresamos a casa con el nuevo “hijito”, al que llamamos DUQUE; y pronto demostró que, más allá de su accidente, le sobraba energía para corretear por el patio detrás de Kaiser y Sheila o importunar sin tregua a Chucky, cada vez más ofendido por tanta intromisión en sus dominios.

Así transcurrieron varios años idílicos, en los que aprendí valiosas lecciones de mis amigos acerca de lealtad, afecto, comprensión, tolerancia y empatía. Pero la vida no es como las telenovelas, donde abundan los finales felices; y un día debí hacer frente a una noticia devastadora: mi amado Kaiser, el líder indiscutido de mi manada familiar, padecía un cáncer linfático tremendamente agresivo. De nada valieron los esfuerzos para intentar recuperarlo; por más que agotamos los medios, apelando tanto a la medicina convencional como a la alternativa, bastaron dos meses para que aquel formidable animal se fuera consumiendo rápidamente hasta transformarse en la sombra de lo que había sido. Con un nudo en el estómago, pero segura de que no quería prolongar inútilmente su sufrimiento, una noche coordiné con la veterinaria que a la mañana siguiente le practicara la eutanasia; pero esa misma madrugada, como si comprendiera que acababa de liberarlo, mi querido amigo caminó trabajosamente hasta el pasillo contiguo a mi dormitorio y se dejó caer en el umbral para dar su último suspiro...

Lo enterramos esa mañana en el jardín, junto a los crisantemos y las matas de lavanda. Fue un duelo difícil de superar; era como si todos en la casa echaran de menos la presencia de Kaiser, especialmente Chucky, que ya no contaba con su compañero de juegos predilecto, y Sheila, que había asumido con su habitual mansedumbre la autoridad de aquél como “hermano mayor”. Sin embargo, la vida continúa a pesar de las pérdidas; y aunque cada mascota (como cada ser humano) es irreemplazable, un cliente conocedor de la situación tuvo la deferencia de obsequiarme uno de los cachorros de su perra favorita, intentando paliar mi desazón con la presencia de un nuevo bebé: de esa manera me llegó ROCKY, robusto cruza de cimarrón que de inmediato me conquistó con su temperamento alegre y juguetón.

Pero también esa alegría habría de durar poco. Una serie de circunstancias adversas, entre ellas un divorcio inesperado y un serio quebranto de salud, inauguraron la etapa más sombría de mi vida adulta; y cuando comenzaba a recuperarme lentamente de esas caídas, recibí el golpe de gracia: mi pequeña Naomi, mi confidente y sanadora, enfermó gravemente y murió en pocas semanas, por causas no del todo determinadas... Después de eso, todo empeoró rápidamente; la pérdida de mi trabajo –único sostén del hogar por ese entonces– y una crisis económica de proporciones devastadoras, determinaron que debiera abandonar aquella espaciosa casa para habitar un diminuto apartamento alquilado. Ello significaba desprenderme de la mayoría de mis pequeños compañeros, a los que ahora no podía mantener; así, con el corazón encogido de dolor y culpa, dejé a Sheila con mis padres, entregué a Duque y a Rocky a una señora amiga que recoge en su casa animales sin dueño, y llevé conmigo a Chucky, el único que podía adaptarse a mi nuevo hábitat –y que por cierto, en ausencia de los demás, se volvió más cariñoso que nunca–. No estoy orgullosa de mi actitud, pero no había nada más que pudiera hacer dadas las circunstancias; y a la luz de las noticias posteriores, me conformo pensando que en definitiva fue la decisión más acertada para cada uno de ellos.

(Continuará) 

marzo 23, 2011

CARTA ABIERTA DE UN PERRO A SU AMO

"Ahora eres mi amo, y sólo te pido amor.
 

Has decidido hacerte responsable de mí y me siento agradecido por tu determinación.
 

Existirá entre ambos un secreto pacto de confianza que jamás será quebrantado de mi parte.
 

Deberás comprenderme por algún tiempo: acabo de separarme de mi madre y de mis hermanos.
 

Me notarás desorientado, inquieto y algunas noches me verás llorar...
 

Sí, los extraño; compréndeme, yo te comprenderé luego por muchos años.

Seré tu mejor amigo, entenderé tus cambios de humor, tus alegrías, tus días buenos y tus días malos, estaré a tu lado acompañándote en tu soledad y en tu tristeza y te trataré siempre con el mismo amor, con la misma lealtad.
 

Lameré la mano con que me castigues, porque mi capacidad de perdonar es infinita. Pero no me castigues, enséñame.
 

Desconozco los detalles que pueden irritarte y deseo complacerte en todo.
 

Deseo también que te sientas orgulloso de mí cuando me veas echado a tus pies, o cuando camine a tu lado por la calle como tu sombra más fiel.
 

Quiero responder a ese ideal de perro que tanto anhelas, pero depende de ti: seré reflejo de tu modo de educarme y de tratarme.
 

Ayúdame a no defraudarte.
 

Si me tratas con violencia... seré agresivo.
 

Háblame, entiendo cada una de tus palabras, aunque no te conteste con el mismo lenguaje.
 

Aprende a leer mis ojos y comprenderás cuánto te entiendo; sé que eres una buena persona.
 

Qué piensas tú de aquellos que no aman a los animales?
Estoy seguro que me cuidarás con amor. Eres mi amo.
 

Poco a poco nos haremos grandes amigos, nos conoceremos y nos respetaremos por igual.
 

Mira... cuando el primer hombre apareció en la tierra, el resto de los animales creían que era otro animal, sin embargo tenía “alma”.
 

Medita sobre esto.
 

El hombre manifiesta su alma a través del lenguaje, nosotros a través de nuestros actos. No olvides nunca mi amo, que te amo a mi manera.
 

Durante más de 10 años estaré junto a ti, creceremos juntos, compartiremos tantas y tantas cosas, y el día que me vaya a vivir a alguna estrella, mira el cielo con frecuencia porque siempre te estaré mirando.
 

Pero deseo decirte algo: nunca dejes mi cucha vacía, hay otro cachorro esperándote y al cual llegarás a amar tanto como a mí; no quiero dejar en mi testamento una cucha vacía. 


Ahora bien, no pensemos en ese día, hazme una caricia y juega un ratito conmigo. Tenemos muchos años por delante para hacernos felices.
 

Te acompaña, te cuida, te comprende y te ama...

Tu perro."

(Gracias a Romantica´Maria por publicar esta belleza en su blog)

Regresa pronto!!!

Regresa pronto!!!
Elegant Rose - Working In Background Elegant Rose - Working In Background Elegant Rose - Working In Background Elegant Rose - Working In Background Elegant Rose - Working In Background Elegant Rose - Working In Background Elegant Rose - Working In Background Elegant Rose - Working In Background Elegant Rose - Working In Background Elegant Rose - Working In Background