"Cambia lo superficial,
cambia también lo profundo;
cambia el modo de pensar,
cambia todo en este mundo.
Cambia el clima con los años,
cambia el pastor su rebaño,
y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño..."
MERCEDES SOSA
Cuando era niña, siempre gusté de tener una "mejor amiga", esa compañera inseparable con la que compartía juegos y travesuras, risas y llantos, mientras enfrentábamos juntas el difícil proceso de crecer. Como la personita solitaria que era, solía ser muy celosa y posesiva con mi "mejor amiga" de turno, a la que daba y exigía una dedicación y una fidelidad casi exclusivas; si mi amiga en algún momento mostraba alguna predilección por otra niña -o peor aún, le contaba a esa tercera en discordia alguno de "nuestros" secretos- yo podía llegar a interpretarlo como una traición imperdonable! Y sin embargo sucedía a menudo que, al pasar de grado, mi "mejor amiga" del año anterior estaba en un grupo diferente y no podíamos pasar todo el tiempo juntas como antes; entonces, ni lerda ni perezosa -y con un sentido práctico que hoy me ruboriza-, simplemente la dejaba atrás y me abocaba desesperadamente a la búsqueda de otra "mejor amiga" que estuviera a la altura de mis expectativas...
Más tarde, ya en la adolescencia, descubrí que no era necesario "reemplazar" una amiga por otra cuando simplemente no era posible continuar compartiendo todo el tiempo y las actividades, y que la llegada circunstancial de una nueva amiga no implicaba necesariamente que las anteriores dejaran de serlo. En ese sentido recuerdo con afectuosa nostalgia a cada una de las amigas que fueron mis confidentes, consejeras y paños de lágrimas en las sucesivas etapas de la secundaria, compañeras de tardes de estudio y depositarias de mis primeras ilusiones amorosas... Aprendí asimismo que ser amigas no necesariamente implica ser "iguales en todo"; que hay amigas con las que se comparten algunas actividades en común, sin que la conexión vaya mucho más allá, y hay otras con las que llegamos a compenetrarnos a un nivel tan profundo que no necesitamos ni siquiera de palabras, basta una mirada o un gesto para que la otra sepa exactamente qué sientes o en qué estás pensando... y supe que el vínculo con estas últimas probablemente perduraría toda la vida, más allá de que las circunstancias puntuales nos llevaran por diferentes caminos.
Después, en la facultad, hice amistades muy diversas: con algunas nos unía simplemente la solidaridad ante los desafíos académicos, con otras la afinidad surgía de rutinas comunes o pasiones compartidas. Así, poco a poco, fui comprendiendo que cada persona que se cruza en nuestro camino y a quien le otorgamos -aunque sea momentáneamente- el calificativo de "amiga", es una pieza única e irrepetible en el rompecabezas de nuestro corazón, alguien que pinta con su color personal una parte de nuestra historia y sin cuyo aporte nuestro caleidoscopio afectivo nunca llegaría a lucir tan rico y diverso...
Durante mucho tiempo me jacté de ser una persona con pocas pero buenas amigas; de hecho, mis "hermanas de la Vida" -como me gusta llamarlas- son un puñado de mujeres del más variopinto origen, edad, aspecto, personalidad y gustos, que difícilmente coincidirían voluntariamente en el mismo espacio físico (excepto, claro, en mis fiestas de cumpleaños!). No obstante, cada una de ellas conecta con un aspecto particular de mi compleja personalidad, de tal manera que todas son, de alguna manera, esa "mejor amiga" que me complementa a la perfección en un momento o situación determinada. Por eso las quiero exactamente como son, con lo mucho o poco que puedan ofrecer y/o demandar; y compruebo día a día que más allá de las distancias físicas y de las agendas complicadas, el cariño que me une a ellas pervive siempre intacto...
Pero cuando creía que ya tenía todo sabido acerca de la amistad, un nuevo cambio en mi entorno cotidiano me llevó a hacer un descubrimiento sorprendente: la especialísima conexión afectiva que llamamos "amistad" no necesariamente debe quedar constreñida al conocimiento personal y directo del otro. De hecho, gracias a la tecnología que es impronta fundamental en el mundo actual, comprobé con asombro que existen espíritus totalmente afines al mío, seres capaces de comprender mis sentimientos más profundos e íntimos, de regocijarse con mis alegrías y acongojarse con mis sinsabores... ¡aunque vivan al otro lado del mundo y no nos hayamos visto jamás en persona! (no voy a nombrar a nadie en particular, pero ellas saben bien a quiénes me refiero... :D )
En
fin, mi concepto de la amistad puede haber cambiado, como yo misma he
ido cambiando a lo largo de los años; pero hay algo que no cambiará
jamás: la certeza de que cada una de mis amigas es una joya original y preciosa, y que entre todas conforman el tesoro más valioso que he acumulado a lo largo de la vida. Dice Paulo Coelho en Brida: "En ciertas reencarnaciones, nos dividimos. Así como los cristales y las estrellas, así como las células y las plantas, también nuestras almas se dividen. Nuestra alma se transforma en dos, estas nuevas almas se transforman en otras dos, y así en algunas generaciones, estamos esparcidos por buena parte de la Tierra. Hacemos parte de lo que los alquimistas llaman el Anima Mundi, el Alma del Mundo". Haciendo una interpretación libre del mensaje del autor, me gusta pensar que cada vez que experimento esa emotiva e inexplicable conexión con otra persona, tal vez muy diferente a mí en su aspecto o en su forma de ser, pero a la que siento suficientemente cercana para llamarla "amiga", es porque de algún modo reconozco en ella -más allá de tiempos o distancias- un fragmento perdido de mi propia Alma...
Y con estas reflexiones -que escribo sentada junto al fuego de la estufa, con una taza de chocolate caliente por compañía-, además de homenajear a todas mis amigas (las de antes,
las nuevas, las de siempre), pretendo cumplir particularmente con dos personas muy especiales: Cristina de "Entre anhelos y caprichos", y Lídia de "Cafés en solitario", que han tenido la gentileza de nominarme para el Premio al mejor blog amigo... Gracias de corazón a ambas por tenerme en cuenta para semejante distinción, que tanto me honra y emociona!
Las normas del premio consisten básicamente en contestar a una única pregunta: ¿qué es para ti la amistad?, así como enlazar la imagen al post original (http://mimami-chic.blogspot.com.es/2014/02/premio-al-mejor-blog-amigo.html) y nombrar a diez blogs que merezcan este premio. Como ya expliqué en una entrada anterior, no tengo costumbre de seguir ningún tipo de "cadena", aún tratándose de algo tan positivo y motivador como un premio; y además sería injusta si nombrara sólo a diez de mis amigas blogueras, cuando son tantas y tantas las que desde hace casi cuatro años me acompañan, motivan e inspiran día a día con su simpatía y creatividad! Así que la parte de las nominaciones me la voy a saltar, dejando en libertad a todas aquellas que se sientan identificadas con el objetivo del premio y tengan ganas de expresar su propio concepto de la amistad, para que se lo lleven a su blog con absoluta confianza...
Y a propósito, la propia Lídia (con quien coincidimos 100% en lo de no imponer reglas a nadie y que "cada quien vaya a su aire", como a ella le gusta decir) dejó a disposición de sus nominadas -entre las que tengo el honor de contarme- un premio más, que por su originalidad me pareció interesante y divertido recoger también, porque además viene muy a cuento con la tónica de este post: se trata del premio Metamorfosis.
El mismo consiste en completar, como en un juego, varias preguntas estilo "Si fuera..." Así que vamos por las respuestas:
SI FUERA...
- un animal: albatros
- un libro: "Antigua vida mía" (Marcela Serrano)
- un coche: Land Rover Discovery
- una película: "Las Nieblas de Avalon"
- un árbol: bambú japonés
-
una canción: "Imagine" (John Lennon)
- una comida: helado de chocolate (supongo que vale como "comida"...)
- una bebida: jugo de ananá
- una prenda de vestir: un vestido de gasa blanco, largo
- un cuadro: "Las dos Fridas" (Frida Kahlo)
- un edificio: la torre Eiffel
¿A que estuvo divertido? Y con esto me despido por hoy, esperando reencontrarlas muy prontito... ¡Bendiciones para todas!