Fase 4: repasadores nuevos

Como lo prometido es deuda, acá estoy para mostrarles mi último proyecto frugal: unos "nuevos" repasadores para la cocina realizados con materiales muy económicos y/o reciclados.

Todo empezó con una toalla de bebé que andaba por ahí guardada, un poco amarilleada por el tiempo (mi hijito tiene ya cuatro años y hace rato que no le quedaba!). Cuando la encontré -en uno de esos raros e inspirados días en que a una le da por arreglar los armarios- pensé en primera instancia en hacer unas toallitas sociales; pero después, considerando mejor mis necesidades, me decanté por transformarla en un par de repasadores para la cocina. Eso y tomar la tijera fue cosa de segundos...

De la toalla obtuve dos rectángulos de 40 x 60 cm. Para añadirles un toque decorativo, encontré unos retazos que me habían sobrado de cuando hice la funda para el sofá (¡hace como tres años!). Como seguramente nadie se acuerda, les cuento que se trata de una bonita tela de tapicería rústica con un diseño de rayas en tonos tostados...

Lo que hice fue elegir la franja de rayas más finitas, y con eso elaboré una especie de zócalo que apliqué a los cortes de toalla (pensé en un principio en hacer volados, pero la tela de tapicería era muy gruesa para fruncirla así que al final terminaron siendo sencillas guardas). Sobre ellas agregué un rectángulo de lino blanco -rescatado de un antiguo vestido que proyecta resucitar como almohadón en un futuro próximo-, y después de tener todas las piezas juntas, dobladillé  muy bien todo el contorno con puntada de zig zag a máquina.

Inspirada por los preciosos repasadores estilo french country confeccionados por Debbie de Confessions of a Plate Addict, decidí agregarle a los míos gráficos con antiguas etiquetas francesas que por supuesto descargué de The Graphics Fairy (mi fuente permanente de imágenes!)

Una vez obtenidas las láminas (Karen las ofrece también "en espejo", o sea que ni siquiera tenemos que andar lidiando con los editores de imágenes), las imprimí en papel iron-on-transfer con la impresora a chorro de tinta. A continuación recorté cuidadosamente los gráficos y los pegué con la plancha caliente sobre las aplicaciones de lino blanco [la temperatura de la plancha debe ser bastante caliente, pero conviene probar primero en una esquina para asegurarse de que no queme el género... yo sé por qué se los digo!]

A esta altura estaba tan contenta con el resultado que no podía simplemente parar ahí... así que me fui hasta el baratillo más cercano y por sólo 2 reales (poco menos de un dólar americano) compré dos repasadores lisos de algodón blanco, de esos ideales para la cristalería.

En este caso rescaté recortes de una vieja blusa marinera de los ochenta (que también integra la pila de los futuros almohadones) para confeccionarles un discreto volado, y las piezas de lino las añadí en forma de apliques que cosí con zig zag y desflequé en los bordes a fin de dar una terminación más rústica.

 

Nuevas imágenes vintage para transferir...

 

... y ya tenía listos dos repasadores más! Aquí les pongo algunas fotos de los trabajos terminados (lamentablemente ni la cámara ni la luz me ayudaban esta mañana para fotografiar apropiadamente, pero espero puedan igualmente apreciar lo bonitos que quedaron aún cuando las imágenes no les hagan justicia...)

 

En resumen: gasto mínimo, reciclaje abundante y cuatro nuevos repasadores vintage french para lucir en mi cocina... requisitos suficientes para participar en el Finde Frugal! 

De modo que me despido hasta el lunes, y me voy de recorrida para descubrir lo que han compartido las otras chicas (¡seguro encuentro algo que me inspira para seguir creando!)