Una de las cosas que más me divierte del intercambio con gente de todo el mundo -facilitada por esta red virtual- es descubrir cómo determinadas palabras adquieren significados peculiares según el lugar en que se las utilice. En efecto, un vocablo de uso corriente en un determinado país, puede resultar vulgar o incluso terriblemente ofensivo al usarlo en otro contexto geográfico...
Cuando vivía en Montevideo -cuyo vocabulario cotidiano acusa una fuerte influencia de su hermana mayor allende el Río, la pintoresca y arrabalera Buenos Aires- solía oír que en la jerga callejera, si alguien quería aludir a una prostituta (o en general a una mujer que intercambia favores sexuales por ventajas económicas), la calificaba con el término "gato". Y esto me provocaba un disgusto profundo, dado...
