El baúl del ajuar (1): tesoros con historia

"No todos nuestros deseos pueden hallar satisfacción al instante. Hay que aprender a esperar pacientemente para que nuestros sueños se hagan realidad. (...) La fe es lo primero que hay que empaquetar dentro de un baúl para el ajuar"

SARAH BAN BREATHNACH

Según explica Sarah en "El encanto de la vida simple", el baúl del ajuar era la donación que tradicionalmente preparaban las madres a sus hijas para que éstas llevaran consigo cuando se casaban. Dentro de estos baúles acumulaban sábanas, colchas, manteles, vajillas de porcelana, junto con sus más caros sueños y esperanzas para el futuro... 

Confieso que esta es una de mis lecturas favoritas en todo el libro, ya que despertó al instante a la dama victoriana que vive en mí -¿la que fui quizá en otra vida?-, y revivió escenas casi olvidadas de la infancia, cuando admiraba las sábanas y manteles primorosamente bordados que habían formado parte de los ajuares de casamiento de mi madre y algunas tías. Cierto que, cuando me llegó el turno de casarme -hace ya más de dos décadas- mis criterios estéticos y prácticos eran muy diferentes a los actuales (compré sábanas de polyester para no tener que plancharlas, e individuales de plástico que se limpiaran fácilmente); no obstante, siempre guardé en un rinconcito del corazón el amor por esos ajuares "de antes" que las mujeres solían confeccionar con sus propias manos. Así que, años después, cuando mi madre me obsequió su preciosa colcha española de brocato azul, decidí que era perfecta para iniciar mi propio ajuar "antiguo"; y si bien me manejo con un presupuesto limitado, no perdí ocasión de enriquecerlo cuando aparecían esos juegos de sábanas con historia en las subastas de Internet, o de rescatar por monedas pequeños tesoros bordados en las ferias vecinales (almohadones, manteles, servilletas) que a menudo con un buen lavado y alguna costura menor, me hacían soñar con una casita cerca del mar, decorada en estilo romántico francés...

Para ser franca, no tengo todavía un "baúl" en el sentido literal del término, ni mucho menos un armario exclusivo para ropa blanca, como se estila en otros países. Mi pequeña colección de tesoros se guarda, primorosamente planchada, en un rincón especial de mi ropero antiguo. Alguna que otra vez se me antoja usarlos, sólo para sentirme como una reina por unas horas; pero en general prefiero preservarlos -como esas jovencitas de otros siglos- a la espera de que finalmente lleguen a engalanar mi futura casa soñada. Sin embargo en días como hoy, en que el frío y la llovizna tornan mi espíritu un poco melancólico, me gusta sacarlos del estante y deleitarme contemplando sus exquisitos detalles, como una suerte de terapia para el Alma...

¿Me acompañan a redescubrir mi "ajuar"?

 

Ahora, desatemos las cintas y desordenemos un poco para apreciar cada pieza más de cerca (haciendo click en las imágenes pueden verlas a mayor tamaño).

Este mantel bordado con cordoncillo lo conseguí en la feria vecinal por U$S 2,oo, y las servilletas antiguas a U$S 0,5o cada una...

 

Estas servilletas bellamente bordadas -dos grandes y dos pequeñas-, también compradas en la feria por U$S 2,oo, me sugieren una elegante mesa a deux usando las servilletas grandes como individuales... (la tela de fondo es una pieza de lienzo crudo que yo misma teñí para hacer un mantel a tono con el bordado).

 

 

Esta sábana con sus fundas a juego fue rescatada de otro puesto callejero, en perfectas condiciones ¡y por apenas U$S 7,5o!

Otro juego de sábana y dos fundas, bordadas y con una hermosa puntilla de hilo, se lo compré por U$S 35,oo a una pareja que vende objetos antiguos para ambientaciones de películas y publicidad...

 

Un juego de cinco piezas (sábana, dos fundas grandes y dos medianas), con puntillas y monograma bordado, y con una historia muy peculiar: me la vendió una señora cuya madre, muchas décadas atrás, enfermó de tuberculosis y debió convalecer durante meses en cuarentena en un remoto hospital del interior, donde fue confeccionando gran parte de su ajuar mientras el novio esperaba pacientemente a kilómetros de distancia la recuperación de su amada...

Y la más especial de todas para mí: esta sábana, la única superviviente del ajuar de bodas de mi mamá, confeccionada hace medio siglo (ella no es de las que guardan para "ocasiones especiales", por eso usó y disfrutó todas sus hermosas sábanas bordadas durante años, hasta que se rompieron...)

Bien, hasta aquí llega la primera parte de la historia. Para la próxima, prometo mostrarles las dos piezas más valiosas de mi colección: una auténtica reliquia de familia, y una labor primorosa hecha por mis propias manos... Espero que hayan disfrutado de esta pequeña exhibición (hubiese preferido contar con algún día soleado para tomar mejores fotos, ¡pero eso podría haberme obligado a esperar hasta la primavera!) y me despido hasta muy prontito, invitándoles como siempre a visitar las fiestas virtuales donde participo:

"Home Sweet Home" de The Charm of Home    
"Shabbilicious Friday" de Shabby Art Boutique    
"Be Inspired Friday" de Common Ground    
"Feathered Nest Friday" de French Country Cottage    
"Frugal Friday" de The Shabby Nest     
"Show and tell Friday" de My Romantic Home  
"Simple and Sweet Friday" de Rooted in Thyme

 "Bouquet of Talent" de Life on Lakeshore Drive  
"Saturday Sparks" de Pieced Pastimes
"The Creative Home & Garden Hop" de Creative Home Expressions  
"Share It One More Time" de One More Time Events  
"Make It Pretty Monday"  de The Dedicated House   
"A return to loveliness" de A Delightsome Life  
"The Scoop" de Confessions Of A Plate Addict  
"Knick of Time Tuesday" de Knick of Time   
"Transformed Tuesday" de PJH Designs  
"Wednesday's Adorned From Above Blog Hop"  
"Wildly Original" de I Gotta Create!   
"Wow Us wednesdays" de Family, Home and Life   
"Blissful Whites Wednesday" de Timewashed   
"Pearls and Lace Thursday" de Faith, Grace and Crafts  
  "Treasure Hunt Thursday" de From my front porch to yours    
"Share Your Cup Thursday" de Have a Daily Cup of Mrs. Olson