Hoy voy a comenzar haciendo una confesión muy íntima: durante los años anteriores, cuando dejaba pasar semanas e incluso meses sin postear nada en este blog, a menudo no era por falta de ganas o de ideas inspiradas. Lo que ocurría era, simplemente, que después de recorrer tantos blogs estupendos a los que sigo, después de contemplar la belleza inmaculada y la exquisita perfección de los ambientes que sus autoras exhiben con orgullo, a menudo me sentía avergonzada y desanimada al no encontrar en la añosa y modesta vivienda que me cobijaba ni siquiera un rincón que se asemejara mínimamente a aquellos paraísos terrenales dignos ser publicados en las revistas de decoración (de hecho, varios de ellos efectivamente lo han sido). Por eso mis entradas siempre fueron puntuales, sobre labores o proyectos...
