Fuente: http://christmastree.in |
Hoy -8 de diciembre- es el día en el que tradicionalmente en mi país se arma el árbol de Navidad; pero a fuer de ser sincera, debo confesar que en muy pocas ocasiones he logrado cumplir en tiempo y forma con ese ritual.
Quizá tenga que ver con el hecho de que padezco impuntualidad crónica (soy de esa clase de personas que siempre piensan "media hora da de sobra para ir a tal lugar", y luego llegan quince minutos tarde a todos lados!), por lo cual una parte rebelde de mi cerebro se resiste a respetar los implacables plazos marcados en el almanaque. Pero rastreando un poco más profundo, me vienen a la mente imágenes de la infancia: en casa se usaba un ciprés natural para la decoración navideña, y dado el clima cálido que reina en nuestras latitudes por estas fechas, había que decorarlo alrededor del 20 de diciembre para que durara hasta el Día de Reyes sin perder por completo la frescura y el color. Tal vez por eso, aunque desde hace años me pasé al equipo de las que usan árboles artificiales (perdón, amigas blogueras de Europa y EEUU; sé que las tradiciones son diferentes en cada país, pero hoy día me resulta insoportable la idea de cercenar un árbol vivo simplemente para satisfacer un capricho estético), igualmente es difícil que el mío se encuentre completamente decorado antes de tal fecha. Para colmo de males, a esa innata resistencia a "entrar en clima festivo" se sumó desde hace poco otro factor importante: mi niño cumple años el 17 de diciembre, con lo cual generalmente la primera quincena del mes tengo la cabeza totalmente ocupada con la organización de su fiestita, y recién después logro concentrar la energía en los preparativos para las Fiestas tradicionales...
No niego que me invade un poco de "sana" envidia cuando veo las entradas actuales de los blogs que sigo, llenas de ideas festivas y arreglos navideños, a cuál de todos más maravilloso (por lo que pude ver, en Norteamérica se estila decorar la casa para Navidad ya a fines de noviembre, apenas pasado el Día de Acción de Gracias). De hecho aquí mismo, las vidrieras de los comercios cambiaron rápidamente el negro y anaranjado típicos de Halloween por una miríada de lucecitas intermitentes y una sinfonía en verde, rojo y dorado que lleva ya varias semanas bombardeándonos de forma casi agresiva... El año pasado, tras una frenética carrera en pos de decorar mi minúsculo apartamento apenas horas antes de Nochebuena (el "espíritu navideño" me invadió más tarde que nunca, tras pasar buena parte del mes simplemente ASQUEADA por el consumismo brutal que invade a la gente en esta época), me propuse que este año sería diferente, que prepararía todo con la debida anticipación y que me sustraería a toda esa insanía colectiva para centrarme en el significado auténtico de la celebración; incluso -siguiendo como siempre a Sarah Ban Breathnach- había planeado confeccionar un scrapbook especial donde reunir recuerdos, tradiciones familiares y todas esas pequeñas cosas simples que le dan verdadera trascendencia a estas festividades. Sin embargo ya ven, diciembre me sorprende en una "nueva" vieja casa con mil reparaciones por hacer, y mientras las horas vuelan en torno a latas de pintura y costuras a medio terminar, me pregunto con desazón si algún día lograré parecerme mínimamente a esos ejemplos de organización hogareña que empiezan a envolver regalos navideños ¡en pleno julio!
Pero al fin y al cabo, me consuelo recordando que la mejor Navidad de toda mi vida no tuvo nada que ver con elaboradas ornamentaciones, banquetes espléndidos ni obsequios envueltos primorosamente: fue aquella Nochebuena de 2009, cuando tras una cena sencilla, nos sentamos con mi compañero en el viejo sillón a contemplar en silencio el destello de luces multicolores de un árbol diminuto (tanto como nuestro hogar de entonces), mientras dábamos gracias a la Vida desde el fondo de nuestros corazones por aquel regalo de apenas días de nacido que dormía plácidamente en mis brazos, ajeno a toda la algarabía exterior...
Después de todo, ¿acaso la historia no empezó precisamente así, con el milagro de un Niño venido al mundo en el más humilde de los entornos?
2 comentarios:
Kassandra what a beautiful post! I was a little teary there at the end.
Here in the US it's the same rush to Christmas. I really miss when I was younger and Christmas decorations didn't show up until the day after Thanksgiving...When everything would be magically and beautifully transformed! So each holiday was seperate and special. Now we have Christmas decor along with Halloween and it makes me crazy! I was surprised to hear it's much the same in your part of the world. Our economy hasn't been as good as it could be so I understand the need to sell more earlier.....But I still don't have to like it one bit *winks*
Your beautiful son certainly had to be the best most precious gift ever! Talk about "Christmas blessings"! Vanna
Kassandra, hoy lei algo que te puede gustar. Lo importante no son los grandes gestos, sino disfrutar plenamente, de cada pequeña cosita q nos pasa. Y sí... la Primera Navidad no tuvo lucecitas intermitentes, ni millones de regalos, solo uno: el de la Vida. Y ese, es el que vivis cada día... Gracias por compartir nuestros caminos, Vicky
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