Esta bellísima danza representa a Kwan-Yin (Guan Yin), reverenciada por los budistas como bodhisattva de la compasión, de quien se dice que posee ojos en las manos para ver en mil direcciones a quienes sufren, y "mil brazos extendidos" para acudir en ayuda y consuelo de ellos. La performance, realizada por veintiuna bailarinas chinas, maravilla por su perfecta sincronización y su exquisita plasticidad; pero lo más sorprendente es que todas y cada una de ellas son TOTALMENTE SORDAS, por lo que no pueden oír la música y se desplazan en el escenario bajo la guía de cuatro coordinadoras (dos de ellas se pueden ver a los lados, vestidas de blanco) que les marcan la coreografía con señas...
¡PURO AMOR EN MOVIMIENTO!
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