La buhardilla de Kassandra

Un santuario donde atesoro mis proyectos decorativos... y algunas otras pequeñas maravillas que enriquecen el Alma

septiembre 12, 2013

Missing


Sí, de nuevo he estado "desaparecida" por varias semanas. Parecía un hábito superado, pero no: a esta altura va siendo hora de admitir que, simplemente, forma parte de mi naturaleza.

Y no, esta vez no voy a dar excusas. Podría intentar explicar que la gripe me tuvo radiada de toda actividad por más de diez días (¿cómo es posible que una enfermedad tan común y "estacional" pueda dejarla a una hecha un estropajo semejante?), o adoptar un aire snob y declarar que numerosos compromisos profesionales han desbordado mi agenda (en realidad han sido unos pocos, pero el solo hecho de tener que volver a concentrarme en detestables papeleos y trámites legales absorbe buena parte de mis reservas energéticas). Incluso podría confesar que, simplemente, mi musa inspiradora parece haberse tomado unas largas vacaciones invernales (¿tendrá que ver con eso que en los países anglosajones llaman winter blues?) y por eso no tengo ninguna nueva creación sobre la que postear o exhibir orgullosamente en las fiestas virtuales.


En puridad, cada uno de esos argumentos encierra algo de verdad... pero no son LA VERDAD.

La verdad es que necesitaba un "retiro espiritual". Un espacio intimo y sereno donde reencontrarme conmigo misma y buscar la respuesta a una serie de cuestionamientos que me han venido agobiando a lo largo de meses y sobre los cuales, por una razón u otra, no me había dado oportunidad siquiera de reflexionar.


Quizá lo ideal hubiese sido, como Sarah Ban Breathnach, recluirme en un convento por un fin de semana -¡o un mes entero!-, sólo para confortar mi Alma en "la silenciosa reverencia que presidía la vida entre los hermosos muros de piedra". Pero siendo como soy, mamá-a-tiempo-completo de un hermoso torbellino de tres años y medio, esa opción quedaba completamente fuera de mis prerrogativas... 


Así que, fiel a mi estilo, tuve que improvisarme mi propio "monasterio", una especie de jardín secreto emocional -ya que no físico- donde meditar sobre mis auténticos deseos y necesidades, redefinir mis prioridades y excavar hasta volver a hallar el manantial que alimenta la inspiración cotidiana. Y como el día sigue teniendo veinticuatro horas, mal que nos pese, me fue preciso "sacrificar" a tal fin los ratos que antes pasaba frente a la computadora: las primeras horas de la mañana (cuando mis amores aún duermen) y las últimas de la noche (cuando ambos ya están en la cama de nuevo).


No ha sido un camino sencillo de recorrer, debo decirlo. A veces una necesita realizar una auténtica tarea de arqueología para encontrar las raíces profundas de las "malas hierbas" que cunden nuestro espíritu y no dejan lugar ni alimento para que nuestros auténticos anhelos puedan crecer y florecer...


De hecho, al principio ni siquiera podía definir cómo me sentía; era una suerte de vaga inquietud, de desasosiego interior, de insatisfacción no del todo explicable desde lo racional. De pronto un día me levanté y simplemente miré alrededor: entonces caí en la cuenta de que el desorden, la desprolijidad y el abandono general que veía en todas y cada una de las habitaciones de mi hogar (y hablo de mi NUEVA casa, no de la antigua!) no hacían sino reflejar el caos y la desesperanza de mi propia Alma.


A esta altura algunas de ustedes se preguntarán: pero, ¿cómo? ¿no es esta la misma mujer que nos muestra cada tanto acogedores rincones engalanados con labores primorosamente hechas por sus manos, preciosas sábanas bordadas con puntillas, almohadones llenos de vuelos, pantallas de encaje y exquisiteces por el estilo? La respuesta es sí... y no.


Lo que voy a expresar a continuación fue una de las primeras revelaciones que me estalló en la cara cuando "desperté" y me miré en el espejo de la REALIDAD. Verán: cuando inicié mi blog -hace ya dos años y medio- mi único propósito era escribir sobre cosas que me gustan (fueran hechas por mí o por otras personas), pequeños logros cotidianos -un trabajo terminado, un "tesoro" conseguido por monedas en la feria vecinal, una comida casera elaborada con productos de nuestra huerta-, textos que dejan una huella en mi mente y en mi corazón, algunas reflexiones personales sobre la vida en general. Nunca pretendí vender mi talento como artista o artesana (para eso creé otro blog que oficiaría como "tienda virtual", aunque aún no lo he puesto a funcionar activamente); por el contrario, esperaba que esta página sirviera como uno más de tantos diarios personales (escritos y/o gráficos) que he llevado a lo largo de mi vida, sólo que esta vez en un medio informático. Quiero decir, no esperaba que NADIE -excepto las queridas amigas a quienes les compartía personalmente los links- se tomara el tiempo para leer lo que escribía...


Sin embargo, un buen día descubrí que no estaba aislada en medio de este universo virtual. Primero lo denunció el contador de visitas, aumentando lenta pero constantemente. Luego aparecieron las primeras seguidoras -personas a las que jamás había oído nombrar, y que para mi sorpresa, de algún modo habían venido a parar a esta pequeña buhardilla-; más tarde, el descubrimiento de las link parties (gracias también a un buen manejo del idioma inglés, única herramienta rescatable de mi educación formal) me abrió un nuevo horizonte y la posibilidad de interactuar con talentosísimas mujeres a lo largo de todo el mundo, con gustos e intereses similares a los míos...


Y fue ahí donde se produjo una especie de ruptura con la realidad. Porque contemplando las fabulosas casas de algunas de estas damas -blancas, inmaculadas, perfectas como una foto de revista-, empecé a avergonzarme de mi hogar modesto y más bien caótico, donde las herramientas y trabajos sin terminar pelean por el espacio con libros a medio leer, juguetes rotos de mi hijo, ropa limpia por planchar, películas que vimos la noche anterior y olvidamos volver a guardar en su sitio, facturas por pagar y otra serie de elementos de la más variopinta procedencia (¿mencioné alguna vez que padezco un caso incurable de desorden compulsivo?). En  algún momento, simplemente dejé de ser "yo" -la shabby (*) a secas- y pasé a representar un personaje mucho más chic, como la Cenicienta en el baile real, sólo para sentirme un poco a la altura del mundo de belleza y armonía en el que me movia ahora (aunque al dar las doce todo se desvaneciera y mi carroza volviese a convertirse en humilde calabaza...)

* Para mis amigas que no hablan inglés, shabby significa literalmente "raído, andrajoso" o también "desaliñado, desprolijo"


Mis primeros posts eran simples y directos: escribía, tomaba unas cuantas fotos caseras para ilustrar mis palabras -o simplemente bajaba de Internet imágenes acordes-, y listo. Pero luego del "quiebre", publicar una entrada pasó a ser toda una ceremonia: cada sesión de fotos demandaba una preparación minuciosa de la "escenografía", donde salían a relucir todos esos tesoros exquisitos que ustedes bien conocen pero que normalmente NO ESTÁN A LA VISTA (sino guardados en cajas y roperos, a buen recaudo de dientes caninos, garras felinas y manitas infantiles), y luego pasaba por una no menos crítica etapa de edición -Photoshop mediante- para dar a mis imágenes ese aire romántico, etéreo y delicado que mi entorno real dista años luz de poseer.


En el proceso tuve, no obstante, algunos períodos de lucidez mental (por ejemplo, cuando posteé esto); pero luego volví a recaer sin remedio en esa dicotomía enajenada. Y lo que es peor: en un momento crítico de mi vida familiar, cuando nos mudamos a esta nueva casa, en vez de dedicar mi tiempo y energía -ya lenta por naturaleza- a convertirla en un hogar REAL, bello, limpio y acogedor donde mi espíritu se sintiera cobijado y en paz, opté por transformarla en una suerte de backstage o depósito de utilería donde todo se acumula sin el más mínimo orden ni criterio, mientras mi mente se perdía en divagaciones sobre cómo crear el más adecuado marco IMAGINARIO para una próxima "actuación" en Bloggywood...


Pero mi Alma no estaba feliz con la parodia, y poco a poco, sutilmente, comenzó a hacérmelo saber. De formas muy diversas (a veces en sueños, a veces a través de mi Ángel Compañero, a veces por el toque mágico de alguna hermosa hada que anda por ahí disfrazada de humana) el Espíritu Que Mora En Todas Las Cosas empezó a susurrarme a diario que esa no es la forma auténtica de materializar mis anhelos. Que esa NO ERA YO. Que mi Ser Esencial merece mucho más que ser una heroína ficticia durante las dos horas escasas que dura la película. Y que la condena por dejar morir los propios sueños es una cadena perpetua de existencia vegetativa...


Entonces supe que era hora de hacer un alto, internarme en terapia intensiva espiritual y ensayar alguna maniobra urgente para resucitar mis sueños, antes que fuera demasiado tarde... y allí nació la necesidad de apartarme por un tiempo del mundo para recluirme en el terreno sagrado de mi monasterio interior.


Aunque la verdad, no he estado completamente sola en mi voto de clausura: además de la propia Sarah, me acompañó la voz de aliento de algunas otras "hermanas" que a través de sus libros me han guiado por los caminos antes recorridos por ellas mismas, enseñándome técnicas elaboradas a partir de sus aciertos y errores para no claudicar en el intento por generarme a cualquier precio una vida auténtica, plena y dichosa.


Y sobre todo, cuento con el invalorable soporte de la Madre a cuya imagen y semejanza  fui creada...



Esta presencia amorosa y serena aparece ante mis ojos de mil formas diversas: en la Luna que juega a las escondidas entre las hojas de bambú, o ensaya su coreografía con la bella Venus...



... en la umbría tranquilidad del bosque...



... o en el ímpetu majestuoso del océano;


 

... en las aves que anidan en los árboles vecinos...



... en el renacer de las plantas que parecían secas en el jardín que "heredé"...


 

... en las flores silvestres que ponen pinceladas de color sobre el lienzo verde de cualquier baldío... 



... hasta en la humilde belleza de las calas salvajes que florecieron entre la maleza de mi propio patio trasero!



En la dulce mirada de Miss Malu...


 
... y por sobre todo, en el rostro amado de mi hijito, que me recuerda a diario el milagro de crear vida!



Ligera de equipaje, apenas con esas herramientas en la mochila, me refugié en el retiro monacal que me permitirá reencontrarme con mis verdades más profundas. Y allí permaneceré hasta que mi Alma recobre las fuerzas para regresar y manifestar en el mundo REAL la vida que sueño, el hogar que sueño y el trabajo que sueño... ¡porque, esta vez, no estoy dispuesta a conformarme con menos!

http://www.sargentsfineart.com/img/johnson/all/wild-gardens-and-lace.jpg


De modo que no puedo asegurar cuándo volveré a publicar en este blog. Puede que sea la semana próxima, el mes próximo o el próximo año... incluso es posible que simplemente no regrese. Y tampoco subiré este post a ninguna fiesta virtual, porque esto no es una manifestación pública para compartir: es una personal declaración de independencia, y por tanto sólo me pertenece a mí y a aquellas Almas afines que siempre están a mi lado, aún cuando yo me abandono a mí misma...



Eso sí: cuando vuelva -si vuelvo- lo haré sin disfraz ni maquillaje, a cara limpia, con los pies descalzos y flores en el pelo; porque en vez de representar versiones baratas de otras personas, estaré mostrando la mejor versión de mí misma... y eso es algo que únicamente yo puedo hacer.



NOTAS:
  • Las fuentes de las imágenes que ilustran esta entrada y no me pertenecen pueden ser visitadas haciendo click sobre las mismas. 
  • Por las fotos inéditas (flores y paisajes) agradezco de corazón a mi compañero de vida, que me permitió mostrar a través de ellas parte de su notable talento como fotógrafo...
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Regresa pronto!!!

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