La buhardilla de Kassandra

Un santuario donde atesoro mis proyectos decorativos... y algunas otras pequeñas maravillas que enriquecen el Alma

enero 27, 2012

Días de relax y meditación


Si he de ser sincera, a estas alturas de enero esperaba ya haberme contagiado de tantas colegas blogueras que empezaron el año a todo ritmo, deleitando a sus seguidoras con primorosos, originales y delicados trabajos decorativos que no me canso de admirar -y en muchos casos comentar- ni bien aparecen en la barra derecha de mi blog. 

Algo tengo para decir en mi defensa: la mayoría de ellas han debido encontrar algo útil en qué ocupar las manos mientras soportan las inclemencias del invierno boreal metidas en casa, junto al fuego de la chimenea y a una buena taza de chocolate caliente; en estas latitudes, por el contrario, estamos disfrutando de temperaturas cercanas a los 40 grados, que invitan al descanso y a la diversión mucho más que al trabajo. Y si bien no soy lo que se dice "una típica amante de la playa" (en realidad prefiero las costas solitarias y agrestes, no los balnearios cuajados de multitudes donde no disponemos ni de medio metro cuadrado para extender la toalla!), el hecho de contar con un hermoso patio trasero arbolado, fresco y relajante, ha hecho la diferencia entre el verano pasado -bochornoso, aburrido, trivial- y el presente, cargado de simple y auténtico disfrute. Por eso, aún cuando para variar tengo ochocientas cuarenta y nueve labores inconclusas desperdigadas por diferentes áreas de la casa a la espera de que me digne retomarlas, día tras día elijo en cambio sentarme al aire libre, tazón de yogur casero con ensalada de frutas en una mano y cuaderno de notas en la otra, y alimentar el espíritu meditando en las lecturas de Sarah Ban Breathnach (o devorar página tras página el nuevo libro que me absorbe por estos días: "Comer, rezar, amar" de Elizabeth Gilbert), mientras el cuerpo se deleita en la indolencia del dolce far niente...

No obstante, ayer una pequeña emergencia informática me obligó a revisar una a una las entradas de mi blog, hasta el inicio del mismo; y no fue una sorpresa agradable descubrir cuántas veces les he mostrado el ANTES de algún proyecto, prometiendo que "para la próxima" seguro lo tendré terminado, cosa que finalmente nunca ocurre, no porque me olvide de sacar fotos o de postear... sino porque la mayoría de ellos TODAVÍA ESTÁN SIN TERMINAR! Está claro que la inconstancia y la falta de autodisciplina siguen siendo mis talones de Aquiles, y deberé reforzar el combate en esos frentes a lo largo de este año si realmente quiero cambiar de vida, abandonar definitivamente mi profesión universitaria y trabajar full time desde casa en un emprendimiento creativo. Las excusas empiezan a diluirse: mi niño está cada vez más grande e independiente (¡a veces DEMASIADO!), la "nueva-vieja casa" poco a poco va tornándose en un verdadero hogar -aunque todavía falten muchos detalles por pulir, literalmente hablando- y si bien todavía tengo pendientes algunos asuntos burocráticos, no puedo decir que me consuman tanto tiempo!

De hecho, estos días de hondas reflexiones a la sombra de los árboles me han ayudado a comprender una verdad que hasta ahora me negaba a enfrentar: esas excusas no son sino una máscara que he venido usando a lo largo de los meses pasados para no asumir que, en el fondo, la perspectiva de un cambio laboral tan drástico me ASUSTA terriblemente!!! ¿Y si no doy la talla? ¿Y si en realidad no encuentro -en un medio tan limitado y tradicionalista como este- gente a la que le guste mi concepto decorativo y esté dispuesta a comprar mis productos? ¿Y si toda la inversión que he hecho en herramientas, materiales y demás termina siendo dinero perdido, y finalmente debo volver con la cabeza gacha y el rabo entre las patas -como ya me pasó una vez- a ganarme la vida entre papeles y contiendas legales, "lo único que sé hacer bien"?

Por lo tanto, aunque en el plano físico no haya avanzado demasiado, estoy convencida de que estos valiosos días de relax veraniego me han permitido hacer un gran progreso a nivel emocional: ahora que tengo claro cuál es el verdadero enemigo a vencer -el miedo al fracaso, y no la simple falta de voluntad, como creía-, es momento de echar mano a todo el bagaje de herramientas que he acumulado en tantos años de lectura y prácticas metafísicas (afirmaciones positivas, diarios personales, mapas del tesoro y otras técnicas similares), para combatirlo eficazmente y comenzar de inmediato a materializar mis proyectos e ideas. Como dice Sarah en una metáfora que me encanta, llegó la hora de "parir el sueño" que ha venido gestándose larga y laboriosamente durante casi un año... aunque sea con pasitos de bebé y de a uno por vez.

¡MANOS A LA OBRA, PUES!


Créditos de las fotografías
SUPERIOR: risquelibrarian.blogspot.com
INFERIOR: www.fernandodevedia.com
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enero 01, 2012

Meditación de Año Nuevo


Ha comenzado un nuevo año. Un año especial (aunque todos lo son a su manera), con una gran carga mística por ser bisiesto y por todo lo que se ha hablado sobre él ―lamentablemente, en su mayoría inventos destinados a VENDER―; pero también, como cualquiera de los años que hemos vivido y los que nos quedan por vivir, un enorme libro con 365 hermosas páginas en blanco, que se nos obsequia para que las llenemos con aquello que libremente y a conciencia elijamos escribir. Y así como la Nochevieja es el momento indicado para cerrar el balance anual de nuestras vivencias, para perdonar y perdonarnos, para sanar heridas del pasado y aligerar la mochila de todos los viejos lastres, el día de Año Nuevo es propicio para sintonizarnos con la Luz que habita en nuestro interior y meditar sobre ese maravilloso regalo que tenemos por delante.

Mucha gente, en esta fecha, se dedica a hacer “listas de buenos propósitos”, donde consignan todas aquellas metas que pretenden alcanzar a lo largo del año; pero sé por experiencia propia (y según Sarah Ban Breathnach, estoy lejos de ser la única) que en general solemos ser tan autoexigentes y tener expectativas tan desmedidas en nuestras enumeraciones, que apenas semanas después ya nos sentimos cansadas, frustradas y agobiadas al comprender que es imposible –además de inútil– materializar tales estándares de perfección. Por eso este año decidí cambiar la estrategia, e inspirada por un sencillo ritual que la propia Sarah explica en “El encanto cotidiano”, me propuse crear mi propia meditación de Año Nuevo:

Para adornar la mesa de Fin de Año, coloqué en un cuenco de vidrio un arreglo tradicional (flores, piñas, ramas de pino) con una gran vela blanca en el centro; a su vez ubiqué el cuenco sobre una bandeja redonda, y por delante de él dispuse doce velas votivas blancas en forma de semicírculo. Al anochecer me vestí completamente de blanco, encendí la vela grande y rodeé la bandeja con todas las exquisiteces preparadas para la ocasión, como forma de simbolizar la abundancia de alimento (físico y espiritual) que espero recibir del nuevo año. Al dar las doce, encendí una a una las velas votivas en la llama de la vela mayor, mientras pedía en silencio a cada uno de los meses por venir un don especial, una cualidad o habilidad que contribuya a sustentarme en mi peregrinaje a lo largo de este año.
  • a Enero le pedí GRATITUD, para valorar la dimensión de las bendiciones que la Vida me brinda día a día;
  • a Febrero le pedí TEMPLANZA, para afrontar esas tareas –grandes o pequeñas– que no me son especialmente placenteras pero que necesito realizar de todos modos;
  • a Marzo le pedí DISCIPLINA, para organizar mi entorno y mi mente en procura de concretar proyectos largamente postergados;
  • a Abril le pedí PACIENCIA, para aceptar que los tiempos del Universo no necesariamente coinciden con los de mi agenda;  
  • a Mayo le pedí CREATIVIDAD para encontrar soluciones originales y positivas a los inevitables conflictos cotidianos;
  • a Junio le pedí TOLERANCIA para convivir amorosamente con el prójimo sin importar cuál sea su postura frente a la Vida, porque “cada uno hace lo mejor que puede y sabe con las herramientas que le han sido dadas”;
  • a Julio le pedí DISCERNIMIENTO, para comprender cuáles de las múltiples opciones que se nos ofrecen a diario son realmente trascendentes, y cuáles mera escenografía;
  • a Agosto le pedí HUMILDAD, para reconocer las ocasiones en que somos simples instrumentos de la Divinidad, y no permitir que el Ego se envanezca de ellas;
  • a Septiembre le pedí SOLIDARIDAD para experimentar el gozo de dar, de tender la mano abierta a todo aquel que la necesite;
  • a Octubre le pedí VALOR para transitar los tramos más oscuros y tenebrosos del sendero sin acobardarme ni traicionar mi esencia;
  • a Noviembre le pedí SABIDURÍA para aceptar los ciclos de la existencia y la forma como cada año vivido nos enriquece espiritualmente;
  • y a Diciembre le pedí FE para continuar caminando, sin mapa y sin brújula, guiada solamente por la luz de mi Estrella…
¿Qué dones escogerías tú como equipaje al comenzar a transitar este tramo del Camino? Escucha la voz de tu Ángel Compañero que te susurra directo al corazón, y seguro elegirás acertadamente; y sobre todo, nunca olvides que la Divinidad nos otorga todo cuanto necesitamos “en el momento justo y de la manera perfecta”…

¡¡¡MUY FELIZ AÑO NUEVO PARA TOD@S!!!
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Regresa pronto!!!

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